Lo hemos visto en millones de películas y series de televisión. El asesino, el criminal, el malvado villano en definitiva, busca noquear a la víctima y hacerse con ella, para poder llevarla a donde sea, mientras está inconsciente. ¿Cómo lo hace? De una manera tremendamente sencilla, colocándole sobre el rostro un trapo empapado en cloroformo, ese líquido incoloro que hace que pierdas el conocimiento al instante. Es una manera efectiva y además parece que sirve para dejar KO a cualquiera por un buen rato, con apenas unos segundos de ponerle el trapo en la cara… Y sin embargo, la cosa no es tan así, porque en las películas se ha exagerado el uso del cloroformo y sobre todo, su eficacia como noqueante, con evidentes fines de guion.
El cloroformo, en realidad, no es tan efectivo como en las películas, pero sí que es cierto que puede provocar ese efecto de desmayo, aunque nunca de forma tan radical y automática como hemos visto en tantos telefilmes. Se supone que al entrar en nuestro organismo, ya sea ingerido o simplemente olfateado, el cloroformo pone en marcha todo un sistema de movimiento de iones de potasio, que producen en nosotros un efecto de cansancio y mareo instantáneo. Si la exposición a este líquido es continua, nos desmayaremos a los dos minutos aproximadamente, pero será algo puntual porque de no seguir suministrándonos ese líquido, no tardaremos mucho en despertar. Una vez que ya hemos desvelado la leyenda urbana de este producto, vamos a conocer un poco más sobre su realidad.