Bayas, la increíble ciudad sumergida de Italia
Al norte de Nápoles, en Italia, se encuentra el Golfo de Pozzouli, un lugar paradisiaco para pasar unas vacaciones de verano disfrutando del sol y la playa. Sin embargo, este sitio guarda algo muy especial, un secreto que estuvo oculto durante siglos hasta que en 1940, un piloto realizó diversas fotografías aéreas en esa zona, descubriendo algo sorprendente: los restos de una ciudad sumergida en tiempos remotos. Eran los vestigios de Bayas, una ciudad que se constituyó en esa ensenada, ya parcialmente inundada, varios siglos antes de Cristo, y que acabo hundida para los restos.
Aquel descubrimiento fue el germen de toda una investigación posterior, para saber qué ocurrió en Bayas, y rescatar, en la medida de lo posible, aquellas esculturas y construcciones del fondo del mar. Perfectamente mantenidas bajo los restos de la lava vesubiana que también acabó con Pompeya en su momento, estas construcciones han sido investigadas a lo largo de estos años, realizándose numerosas excavaciones submarinas para encontrar nuevos templos, saunas y lugares de increíble valor cultural e histórico, ahora sumergidos en esta parte del Mediterráneo.
Bayas antes de sumergirse
Lo cierto es que se conoce poco de la antigua Bayas antes del siglo II a.C., cuando los romanos pudientes empezaron a acudir asiduamente a este lugar como sitio de recreo y relax. Se sabe que su nombre proviene del timonel de Ulises, Bayos, y que se convirtió en una ciudad muy próspera a pesar de estar construida casi por entero sobre el mar, algo que tampoco es extraño en Italia. Bayas se convirtió entonces en un próspero puerto que atrajo a muchos comerciantes, pero también a ricos y aristócratas, que no dudaban en construirse suntuosas villas a la orilla del mar. Aquello también marcó un punto de inflexión en Bayas, ya que se convirtió en un lugar espectacular por sus construcciones.
Características de la ciudad
La ciudad estaba construida sobre la ya en buena parte inundada ensenada al norte de ese golfo, como una ciudad que en principio vivía del mar y del comercio, pero que poco a poco fue recibiendo la visita de ilustres turistas. Las aguas termales de la zona tenían fama de ser curativas, y aquello atrajo mucho más a los romanos más pudientes, que no dudaban en viajar hasta Bayas para relajarse durante unos días y disfrutar del sol, el mar y las aguas curativas de la zona. Sus baños eran muy populares en la época, y así mismo, se construyó también un lujoso puerto, Portus Iulius, que atraía a comerciantes pero que era tomado casi siempre como sitio de recreo.
Los restos del gran Palacio Imperial no fueron tan complicados de encontrar en su momento, ya que se mantenía cerca de la orilla, y de hecho, algunos de sus templos luego fueron reconstruidos por parte de grandes monarcas y reyes. Lo más sorprendente es el estado perfecto de conservación de las impresionantes villas que muchos romanos ricos se hicieron construir a orillas del mar, y que fueron las primeras en verse afectadas por los movimientos tectónicos y las erupciones volcánicas que acabaron con buena parte de la ciudad en el siglo V. Bayas quedó sepultada casi por completo, aunque una parte de sus edificios lograron salvarse. La ensenada fue ganando terreno a la tierra, y los restos se fueron alejando de la orilla, hasta que aquel fotógrafo logró captarlos y a partir de entonces, el interés se recobró por Bayas.
Lujosas mansiones
Las excavaciones y trabajos de investigación comenzaron años después de aquellos primeras fotografías, cuando los equipos ya eran lo suficientemente buenos como para destinar largas jornadas de trabajo bajo el agua. Así, se pudieron hallar los restos de magníficas mansiones, construcciones muy ostentosas que sin lugar a dudas pertenecieron en su momento a hombres con mucho dinero y poder. De hecho, se pudo encontrar incluso las losas delas calles, todavía compuestas, ya que estos restos estaban a poca profundidad, aunque seguían mar adentro. Sería poco después, a finales de los 60, cuando se descubrirían también las imponentes estatuas que habían quedado sepultadas, al bajar la marea.
Las estatuas sumergidas y otros hallazgos
Las estatuas encontradas en la zona más profunda pertenecen a Ulises, héroe de la mítica Iliada, y comandador del barco en el que viajaba el propio Bayo, que luego daría nombre a la ciudad. La belleza y la perfección de estas estatuas se han mantenido incluso en esa zona, ya que estaban cubiertas por el resto de lava volcánica que la protegía del desgaste natural en el mar. Poco después, en otras excavaciones, se encontró también un ninfeo, un lugar ampuloso y dedicado a los grandes festines y banquetes, en los que los asistentes se tumbaban en divanes alrededor de estanques de agua.
Estas construcciones son verdaderamente espectaculares y se unen a las mansiones y villas privadas también encontradas, como la de Protiro, con estancias ensoladas y murales de tema mitológico. También abundan las residencias con mármol de una gran calidad en sus estancias, demostrando que la gente que las habitaba era seguramente la gran aristocracia del Imperio. De hecho, algún historiador apunta a que en esta ciudad bien podrían haberse comenzado algunas conspiraciones y conjuras contra los emperadores.